Creando corrientes
Siempre que ponemos en marcha un negocio, se hace pensando en ocupar un espacio vacío que el cliente demanda. Buscar ese hueco en el cual el mercado tiene una deficiencia. Un producto que no llega al público, o no con suficiencia o calidad. Nos metemos en el maremagnum de la competencia y el libre mercado tratando de ofrecer algo que ya existe. Aun así, tratamos de hacerlo nuestro, original, novedoso, mejor envuelto y presentado o sencillamente más barato. Es muy difícil entrar a competir con algo novedoso e inexistente. Pocos sectores, si exceptuamos farmaceúticas, pueden ofrecer algo sin competencia. De todas formas, siempre queda algo por descubrir o probar.
No obstante, como es harto complicado entrar a competir con productos que el público no conoce, lo normal es hacerlo con lo ya existente. Y para ello, lo normal es buscar alguno que tenga demanda. Trataremos de hacernos un hueco en el hiper poblado mercado con algo que conozcamos y sepamos que puede tener éxito y buena salida.
Pero, ¿por qué no intentarlo con algo que la población aún no sabe que quiere? Qué quiere decir esto. Pues sencillamente, crear una corriente en la gente para conseguir ganar demanda de nuestro producto. Parece difícil, pero no siempre lo es. Por ejemplo, no existía ninguna necesidad en tener un perfil en una red social, aún ya existiendo tímidos intentos hace años. Tras facebook, parecía que todo estaba copado, sin embargo, entraron otras como linkedin o twitter. A nadie le hace falta una video consola, pero se ha creado tal dependencia que es raro encontrar un hogar sin una de ellas. Tras la guerra de los 16 bits en los años 90, parecían caer en desgracia como producto infantil hasta que Sony con su Playstation las convirtió en un "must need".
¿Qué se necesita? Ante todo, una buena campaña publicitaria. Saber llegar al público. Darle en el objetivo. Atender a sus deseos más inconfesables. Saber qué se tiene y cómo venderlo. Hacer de nuestro producto una necesidad casi básica en aquellos a los que nos queremos dirigir. Moverse bien en las procelosas aguas del consumo actual. Nuestra propia asesoría es una muestra de ello. Mucha gente es cliente de una aquí o allá. Pero una vez prueban con nosotros, ya no se quieren ir. ¿A quién no le gusta que le traten bien, con honestidad y cercanía? Hemos mejorado lo que ya existía y hemos creado en nuestros clientes un estado de bienestar que muchos ni sabían que querían o necesitaban. Nuestra propia corriente. Compruébalo cuando quieras.